Hace unos días leí este artículo de opinión de
David Trueba en El País y su cara me vino a la mente al leer estas palabras finales:
"Habituados a que sea noticia que un hombre muerde al éxito, nos sorprende descubrir que muchas veces el éxito muerde al hombre"
Creo que a él, como le ha pasado a otros, le mordió el éxito… le mordió todo lo que envuelve ese mundo… y se le comió de un bocado.
Y yo soy de esa gente, que dice David Trueba, le sorprende descubrir que el éxito muerda al hombre, o más que sorprenderme, me decepciona, me angustia, me agobia, me aprieta la garganta una fuerte sensación de impotencia, de fragilidad, de desesperación también. Me entran ganas de gritar “TONTO! MÍRALO TE VA A MORDER!”
…supongo que cuando muerde el éxito, muerde de verdad y todos los de alrededor no pueden (no podemos) hacer nada, más que ver como se come a bocados a aquel que tienes al lado, en frente, en una pantalla de televisión, encima de un escenario, detrás de una cámara… nadie puede hacer nada, porque la mordedura del éxito es al final la mordedura de uno hacía sí mismo… y contra eso ¡qué difícil luchar!
El espectáculo de autodestrucción es escalofriante, es de lo más escalofriante que yo he visto nunca y aunque lo intento afrontar con enteraza (
c'est la vie) el nudo de la garganta es más fuerte que yo y suele salir descontrolado por mis ojos.
Supongo que me acordé de él porque de las mordeduras que conozco la suya, la de
Antonio Vega, siempre ha sido la que más me ha dolido a mí.
Aunque lo sabíamos, el 9 de Abril todos evitamos recordar su triste final, devorado por mordiscos del éxito, porque estábamos demasiado ocupados celebrando su vida…Y eso fue en gran parte el Homenaje a Antonio Vega del viernes pasado, una celebración…
Uno a uno los artistas se turnaban el micrófono y las palabras de admiración hacia él…
Todos defendieron a su manera y con mucho cariño las canciones de Antonio Vega… A mí algunos me gustaron mucho más que otros (pero eso ya va en gustos).
Yo destacaría...
La interpretación de “
Una décima de segundo” por
Cómplices.
“
El sitio de mi recreo” por una
Rosario que con la mano levantada decía “
siempre fue más del cielo que de la tierra”.
“
Se dejaba llevar” por unos
Ketama reunidos sólo para el momento.
Miguel Ríos y “
Tesoros”.
Manolo García (quizá, uno de los momentos más alegres de la noche) que puso en pie al público con “
Esperando nada”.
Y, éste último por devoción personal,
Quique González que haga lo que haga lo hace bien :D
El momento más emocionante de la noche fue la actuación de Carlos Vega (hermano de Antonio) que interpretó “Lucha de gigantes”.
El público al completo estaba sobrecogido. Parecía que el mismo Antonio estaba en el escenario, casi su misma imagen, casi su misma voz…Un escalofrío recorrió el Palacio de los Deportes, escalofrío que duró lo mismo que el aplauso que le dedicamos a Carlos Vega, a Antonio Vega…a los dos.
Creo que fue el aplauso más largo y más fuerte de la noche.
Al final, todos los de encima del escenario y todos los de abajo, entonando ¡cómo no! "La chica de ayer"…y dejándole claro a Antonio que para nosotros nada ha podido ni podrá con él, porque sigue vivo en cada canción.